domingo, 29 de septiembre de 2019

Los milagros del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento de la Biblia - Relato y Laminas









El Nuevo Testamento cuenta acerca de muchos milagros efectuados por Jesucristo. Pero, ¿qué milagros ocurrieron después de la muerte de Jesús? Los milagros que siguieron la resurrección de Jesús ocurrieron mediante el poder del Espíritu Santo y son contados en el libro Hechos de los Apóstoles.



Según Juan 14:26, Jesús le reveló a sus discípulos que tendrían al Espíritu Santo para consolarlos luego de que Él regresara al Cielo.




Junto con lo que les había enseñado, tendrían la habilidad de realizar actos supernaturales para que quienes los escucharan pudieran tener confianza en sus palabras. Estos milagros aparecen en el libro de Hechos de los Apóstoles.



En Hechos 2, los doce apóstoles reciben en poder del Espíritu Santo, que llega acompañado de vientos, fuego y el poder de hablar en lenguas, o lenguajes que los apóstoles no reconocían pero que otras personas presentes podían entender. 



Después de recibir estos dones, los apóstoles efectuaron muchos milagros. El pasaje 3:7-11 cuenta cómo Pedro sanó a un hombre inválido en el templo.  Debido a esto, a Pedro y Juan los aprehendieron y los llevaron presos. Luego de que los dejaron ir, ellos oraron diciendo:



“Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno. Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús...”



Entonces el Espíritu Santo los ayudó con otro milagro.


“Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.” (Hechos 4:31)


En Hechos 5, el poder del Espíritu Santo se manifiesta de otra manera, demostrando el poder de Dios para dar vida o quitarla.




Ananías y Safira, su esposa, vendieron un terreno por el que obtuvieron dinero que luego entregaron a los apóstoles. Pero secretamente guardaron una parte de las ganancias, lo que molestó no solo a los apóstoles sino a Dios. Cuando el apóstol Pedro desmintió a cada uno, tanto Ananías como Safira cayeron sin vida por el poder del Espíritu Santo.



Para lo que tenían fe, sin embargo, los milagros daban vida. Los apóstoles siguieron sanando multitudes de personas que llegaban de todas partes.



Ya que los apóstoles de Jesús se hacían cada vez más conocidos y populares, el Sumo Sacerdote y sus partidarios se preocuparon y los encerraron una vez más en la prisión. Pero los apóstoles no se quedaron encerrados. Un ángel les abrió las puertas de la prisión (Hechos 5:19) y quedaron libres para continuar predicando en nombre de Jesús.


Cuando a Esteban, considerado un hombre lleno de la gracia y el poder de Dios, se le acusó de querer destruir la ley de Moisés, su rostro se transformó y los presentes vieron que se convertía en un ángel. (Hechos 6:8)


El apóstol Felipe realizó muchas sanaciones en Samaria. Muchos espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos (8:6,7,13).


En un episodio milagroso, escuchó la voz del Espíritu Santo, que lo guió a conversar y convertir a un enuco etíope. Cuando lo bautizó y salieron del agua, el Espíritu Santo se llevó a Felipe, quien luego apareció en otro lugar llamado Azoto.


El Espíritu Santo también obró sobre Saulo, quien luego de recibir sus instrucciones y quedar ciego, recibió de Ananías la conversión y la sanación de su ceguera. (Hechos 9). Más tarde se convertiría en el Apóstol Pablo.


Pedro continuó sanando a más personas. En Lida sanó a un paralítico llamado Eneas, y en Jope resucitó a Tabita. Todos estos milagros ayudaban a la gente a tener fe en Jesús y a convertirse.


Los milagros continuaron…




La conversion de San Pablo (1542), obra de Miguel Ángel




















miércoles, 25 de septiembre de 2019

Santa Teresita del Niño Jesús - Vida y Milagros , Laminas para colorear y coloreadas








Vida y milagros de Santa Teresa de Lisieux, la "Pequeña Flor"







La vida de Marie-Françoise Thérèse Martin, mejor conocida como Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz o, simplemente, Santa Teresita, o la "Pequeña Flor", fue corta y callada. Hizo todo lo posible para pasar desapercibida. Su espiritualidad se basó en los pequeños actos de bondad que les estaban permitidos, como monja carmelita enclaustrada. De esta manera se convirtió en una de las santas más amadas y milagrosas de la historia.










Sus milagros siguen ocurriendo hoy en día.



Nacida en Alençon, Francia el 2 de enero de 1873, y fue a vivir a Lisieux con su padre y hermanas tras la muerte de su madre. Sus padres eran muy devotos y le transmitieron su fe a sus cinco hijas, que luego se convirtieron en monjas.



Teresa era la hija más pequeña. A los 13 años, Teresa tuvo una conversión que definió su vocación y espiritualidad por el resto de su vida:



“Sentí, en una palabra, que la caridad entraba en mi corazón, la necesidad de olvidarme de mí misma para hacer felices a los demás...”



La manera de olvidarse de sí misma fue concentrarse en su pequeñez. A este tipo de espiritualidad desarrollada por ella se le llamó el “Caminito”. Teresa utilizó el vocabulario de la pequeñez para llevar una vida oculta y discreta y para expresar su esperanza de que cuanto más pequeña se sintiera ante Dios, más podría contar con él.



El “Caminito” de Santa Teresa de Lisieux llegó a convertirla en Doctora de la Iglesia Universal en 1997.



Orar por los sacerdotes

Una de las misiones específicas que encontró Teresa para su propia vida fue la necesidad de orar por los sacerdotes. Después de un viaje por Italia donde conoció y escuchó a sacerdotes en su vida normal, se dio cuenta de que algunos eran personas muy santas, pero muchos no lo eran y necesitaban de oración.




Así, durante su vida en el convento fue asignada la tarea de orar por dos distintos “hermanos” sacerdotes, para que sus misiones fueran llevadas a cabo con éxito. Estas acciones la ayudaron a desarrollar su filosofía espiritual de la pequeñez que la llevaría a la santidad.




Los milagros de Santa Teresa de Lisieux



Aunque son los testimonios personales los que hacen crecer la reputación de un santo, la canonización oficial requiere que se comprueben una serie de milagros para que una persona sea declarada santa por la Iglesia Católica.




Para su beatificación, fueron determinantes dos milagros:



La hermana Luisa de St. Germain de las Hijas de la Cruz, sufría de una grave úlcera hemorrágica en el estómago. Al recurrir a la intercesión de Santa Teresa de Lisieux, obtuvo salud perfecta. A petición de la Sagrada Congregación de Ritos, tres médicos unánimemente declararon que estaba sana.
El segundo milagro fue la curación de un joven seminarista llamado Charles Anne. Charles fue víctima de hemoptisis pulmonar. Invocó la ayuda de Santa Teresa de Lisieux y quedó perfectamente curado, según testificaron tres médicos. 



De Charles, un médico testificó: "Los pulmones destruidos y arrasados habían sido reemplazados por nuevos pulmones, llevando a cabo sus funciones normales…" 
Los milagros que lograron la canonización de Santa Teresa de Lisieux ocurrieron en los dos años que siguieron a la beatificación.



Gabrielle Trimusi de Parma, Italia había sufrido de artritis de la rodilla y lesiones tuberculosas en las vértebras.
La segunda curación fue la de María Pellemans de Schaerbeck, Bélgica. María sufría de tuberculosis pulmonar que se le había extendido a los intestinos, al igual que a Santa Teresita cuando estaba viva. El diagnóstico de tuberculosis pulmonar e intestinal fue hecho por el doctor Vandensteene, que también examinó María después de que ella regresó de visitar la tumba de Teresa.



El el doctor Vandensteene testificó: "He encontrado a la señorita Pellemans literalmente transformada. Esta joven, sin aliento por el menor movimiento, se mueve sin fatiga. Ella come todo lo que se le ofrece, con un muy buen apetito. El abdomen no presenta puntos sensibles, cuando anteriormente la menor presión le producía un dolor intenso. Todos los síntomas de la úlcera tuberculosa del intestino han desaparecido".
El 17 de mayo de 1925, Teresa fue declarada santa por el Papa Pío XI.




Una lluvia de rosas

Muchos de los milagros de Santa Teresita vienen acompañados de rosas, que cumplen la promesa implícita de sus palabras:



"Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas. Voy a pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra. Levantaré un poderoso ejército de pequeños santos. Mi misión es hacer que Dios sea amado..."



Su "Caminito" se refiere a tener la confianza y el amor tierno de un niño. Ella no experimentó fenómenos extraordinarios en su vida sino que perfeccionó su fe y fue fortalecida por Dios.



Santa Teresa murió el 30 de septiembre, pero una antigua costumbre dicta que se debe de celebrar la entrada de un alma en el cielo al día siguiente. Es por eso que el 1 de octubre es el día en que se celebra la vida y la eternidad de Santa Teresa de Lisieux.




































sábado, 21 de septiembre de 2019

San Antonio de Padua - Laminas - Biografia -









(Lisboa, hacia 1195 - Arcella, junto a Padua, 1231) Santo franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor de la Iglesia. Su nombre de nacimiento era Fernando Martins; era hijo primogénito de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles franceses (los Bouillon), y de María Taveira.


Estudió en la escuela catedralicia, donde un tío suyo era maestrescuela; más tarde, en torno a 1210, ingresó en el monasterio de canónigos regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Allí tuvo como maestros al propio prior, Pedro, y a un hombre de amplios conocimientos como Petrus Petri. Pero su familia y amigos no aceptaron su vocación y trataron de hacerle abandonar.

Para evitar estas presiones renunció a la herencia familiar y se trasladó en 1212 al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, importante centro de enseñanza religiosa que contaba con una gran biblioteca. En este otro lugar recibió la influencia de la escuela teológica de San Víctor (París) a través de profesores que habían estudiado allí. Tampoco en Coimbra encontró tranquilidad, pues el monasterio se vio afectado por el enfrentamiento entre el rey Alfonso II de Portugal y el papa Inocencio III: su propio prior, Juan, fue excomulgado por apoyar al monarca portugués.

Hacia 1219, fecha en que probablemente era ya sacerdote, conoció a la pequeña comunidad franciscana de Coimbra, establecida poco antes en el eremitorio de Olivais, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en pobreza. Cuando poco después llegaron a su monasterio restos de los primeros mártires franciscanos, muertos en Marrakech, decidió ingresar en la nueva orden, que a causa de su reciente creación aún estaba poco extendida y carecía del prestigio que alcanzaría más adelante. Fray Juan Parenti, provincial de España, presidió la sencilla ceremonia de toma de hábito franciscano (verano de 1220), en la que cambió el nombre de Fernando por el de Antonio (el eremitorio de Olivais estaba dedicado a San Antonio Abad), símbolo de su cambio de vida.

Tras un breve noviciado, e impulsado por el ejemplo de los mártires franciscanos, parece que en otoño de ese mismo año embarcó hacia Marruecos junto con otro hermano de orden, fray Felipe de Castilla, para alcanzar él mismo el martirio. Sin embargo, al poco de desembarcar contrajo la malaria, enfermedad que le dejaría secuelas para toda la vida; convaleciente todo el invierno, se vio obligado a abandonar el país.




San Antonio de Padua (detalle de
un retrato de El Greco, c. 1580)


Su intención era ahora llegar a las costas españolas y desde ellas volver por tierra a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Sicilia. Permaneció algún tiempo en Milazzo (costa noreste de la isla), donde había una comunidad franciscana, para completar su recuperación. En junio de 1221 asistió al capítulo de su orden en Asís ("capítulo de las Esteras", que convocó a tres mil franciscanos); allí conoció a San Francisco de Asís y decidió no regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray Gracián, provincial de la Romaña (circunscripción franciscana que abarcaba todo el norte de Italia).

Fray Gracián lo envió durante un año al eremitorio de Montepaolo (cerca de Forli) para que se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión de apostolado. A mediados de 1222, ya con buena salud, San Antonio de Padua predicó en la catedral de Forli (sin haber preparado previamente sus palabras, pero con gran profundidad) con ocasión de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos.

Su provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su ministerio por todo el norte de Italia, donde se extendía por muchos lugares el catarismo. Recorrió así, enseñando, numerosos lugares. Su labor catequética en Rímini en 1223, por ejemplo, fue difícil, pero sus exhortaciones y discusiones públicas acabaron teniendo éxito, logrando convertir entre otros a Bononillo, obispo cátaro. A finales de este año o principios de 1224 estuvo también en Bolonia, enseñando teología a otros frailes franciscanos en el convento de Santa María de la Pugliola; fue el primer maestro de la orden, recibiendo para ello el permiso de San Francisco, que le escribió una carta llamándole "mi obispo".

Hacia 1224 o 1225, sus superiores lo trasladaron al sur de Francia, donde los albigenses tenían más fuerza que en Italia. Su método para combatir la herejía consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los no creyentes y en catequesis para fortalecer la fe de los cristianos. Prosiguió su enseñanza teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y dominicos que iban a predicar en la región) y Tolosa (ciudad con fuerte presencia albigense), además de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay (al oeste de Valence y Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de Limoges. Como tal estableció la residencia de los franciscanos de la ciudad en una antigua ermita benedictina y fundó un convento cerca de Brieve.





San Antonio de Padua con el Niño Jesús (1665),
de Bartolomé Esteban Murillo



A finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que examinó la situación de la región. San Antonio de Padua señaló a los prelados la necesidad de vivir sencillamente para dar ejemplo; el obispo de Bourges, Simón de Sully, respondió a sus palabras y aplicó en lo sucesivo la reforma de costumbres, ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.

La muerte de San Francisco el 3 de octubre de 1226 le obligó a viajar a Asís, como custodio de Limoges, para asistir al capítulo general que debía elegir nuevo ministro general; éste tuvo lugar el 30 de mayo de 1227, siendo elegido fray Juan Parenti. Buen conocedor de la valía de Antonio, le nombró provincial de Romaña. Muy querido por sus frailes, San Antonio de Padua recorrió los lugares de su provincia donde había conventos franciscanos; uno de ellos fue Vercelli, donde predicó en la catedral con gran impacto y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo.

También por entonces debió estar durante estancias largas en Padua, donde fundó una escuela de franciscanos y comenzó a escribir una serie de sermones. Fruto de su labor fue el aumento de las misiones de predicación y la fundación de numerosos conventos. En el capítulo general de 1230, reunido con ocasión del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís, pidió a Parenti que le retirase el cargo, a causa de su mala salud.

El general aceptó su renuncia a cambio de formar parte de una comisión que debía presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa lo llamó "Arca del Testamento". Es posible que colaborase en la redacción de la bula Quo elongati, respuesta a los problemas planteados por la orden al pontífice.



Después marchó al que sería su último destino, Padua, en la que se entregó con tal ardor que en lo sucesivo a su nombre quedaría asociado el de la ciudad: Antonio de Padua. Se instaló primero en la capilla de la Arcella, junto al convento de clarisas, pero solía predicar en el convento franciscano de Santa María, extramuros de la ciudad.

San Antonio de Padua escribió, por petición del cardenal Rinaldo Conti (el futuro Alejandro IV), una serie de sermones según las fiestas del año litúrgico y predicó hasta el agotamiento la Cuaresma de 1231; a sus sermones diarios asistió gran parte de la ciudad y consiguió del Consejo Mayor de la ciudad la liberación de los deudores presos por no tener medios con qué pagar sus deudas (origen del "Estatuto de San Antonio"). Poco después, el podestá Esteban Badoer le rogó que solicitase al poderoso Ezzelino IV da Romano la liberación de varios nobles paduanos que tenia prisioneros; de este modo, viajó a Verona y se entrevistó con Ezzelino, aparentemente sin éxito, si bien unos meses después de la muerte de Antonio acabaría por ceder.

En mayo, habiendo empeorado su salud por el viaje, se retiró al cercano lugar de Camposampiero para descansar y terminar de escribir los Sermones. Pero la gente tuvo conocimiento del lugar en que estaba y acudió en masa a oírle y pedirle consejo. El viernes 13 de junio sufrió un colapso y, ante el próximo fin, pidió que le trasladasen a Padua. Así se hizo, aunque para evitar las multitudes se detuvieron en la Arcella, donde murió Antonio esa misma tarde tras recibir la extremaunción y recitar los salmos penitenciales. No tenía aún cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de diez.

Orador sagrado, fundador de hermandades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno, San Antonio de Padua dejó varios tratados de mística y de ascética; todos sus sermones fueron publicados. Un año después de su muerte fue canonizado, y su culto, muy popular, se generalizó a partir del siglo XV. Su representación más valiosa se debe a Goya, quien lo plasmó en los frescos de la Ermita de San Antonio de la Florida. Fue proclamado doctor de la Iglesia en el año 1946 por el papa Pio XII; su fiesta se celebra el 13 de junio.




















sábado, 14 de septiembre de 2019

San Esteban, Protomártir







A San Esteban se le llama "protomartir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.



Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.



Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.

Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió.

Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.













martes, 10 de septiembre de 2019

Normas de Convivencia Cristianas





Las normas de convivencia varían de una familia a otra. Sin embargo las principales son:

Tratar con amabilidad y afecto a los demás





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Normas de convivencia en el hogar


Las normas de convivencia varían de una familia a otra. Sin embargo las principales son:

Tratar con amabilidad y afecto a los demás



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Rayitos: Familia, Normas de Convivencia, Social, Valores


Convivencia en la familia


En mi familia sabemos convivir:

Nuestro hogar es el primer espacio en donde aprendemos a convivir con los demás; porque en el empezamos a aceptar, tolerar y respetar la forma de pensar de las personas que viven con nosotros.

En la familia existen ciertas normas de comportamiento que nos permitirán llevar una relación de afecto, respeto y solidaridad entre los miembros de nuestro hogar.





Les comparto normas, para que impriman y ambienten su aulas








Para conocer y prácticar los buenos modales en la mesa, cuando tomamos nuestros alimentos
(de la web)
Lavarse bien las manos antes de sentarse a la mesa









 Comparto mis juguetes