domingo, 27 de octubre de 2019

La milagrosa Virgen de Guadalupe









La Virgen de Guadalupe, patrona de México, las Américas y las Filipinas, es amada por millones de devotos de todo el mundo. No solo se le ama por los milagros que ha concedido a través de la historia, sino por lo que representa: la sincretización de las religiones europea e indígena en una imagen unificadora y forjadora de paz.

¿Quién es la Virgen de Guadalupe?
Parte del milagro de la imagen de la Virgen de Guadalupe es que cada persona puede ver algo diferente en ella.


Para unos es la Madre María, para otros es Tonantzin, la diosa azteca. Unos la ven morena, otros mestiza, otros rubia. Se le venera oficialmente en la iglesia Católica, y se le danza también en ritos indígenas. Aún aquellos que “no creen en nada”, aman a la Virgen de Guadalupe.



Virgen Santa María de Guadalupe
La Virgen de Guadalupe se le apareció cuatro veces a un indígena llamado Juan Diego en el Tepeyac, México, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531. La virgen le dijo:



“Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?... sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores.”
La Virgen le pidió a Juan Diego que fuera al palacio del obispo de México para decirle que le construyeran un templo en el lugar de la aparición, el Tepeyac. Como el obispo no le creyó a Juan Diego, la Virgen hizo que aparecieran milagrosamente rosas de Castilla en el cerro, para que Juan Diego las presentara al obispo.


Hizo también que su imagen se quedara permanentemente en la manta de Juan Diego.

Aunque es lógico asumir que a la Señora del Tepeyac se le llama Virgen de Guadalupe por haber sido transplantada de Extremadura, España, donde existe una estatua con este mismo nombre, no necesariamente es así. Se dice que el nombre de la Virgen mexicana surge de su aparición a Juan Bernardino, el tío de Juan Diego. Ella se identificó como la “siempre virgen Santa María de Guadalupe". Algunos estudiosos creen que ella no dijo “de Guadalupe” sino “te coatlaxopeuh” que significa “quien destruye a la serpiente de piedra” (el dios Quetzalcoatl).

Tonantzin
El poder unificador de la Virgen de Guadalupe se mostró inmediatamente después de su aparición. Solo 20 años después de que la Señora del Tepeyac se le apareciera a Juan Diego, unos 9 millones de indígenas ya se habían convertido al catolicismo. ¿Qué pudo haber propiciado esto?

Antes de la caída de la capital azteca de Tenochtitlán en 1521, el Tepeyac había sido el lugar de un antiguo templo dedicado a la diosa azteca Tonantzin. Este templo había sido destruido por los españoles.

La historia original de la Virgen de Guadalupe aparece en náhuatl en el Nican Mopohua , un documento escrito en esta lengua uto-azteca, y publicado en 1649 por Luis de la Vega.

Contado desde un punto de vista católico, se toma como prueba de la validez de la iglesia en México y del papel de la Virgen de Guadalupe como patrona de ese país.

Sin embargo, es posible que Juan Diego no fuera un simple campesino como cuenta la leyenda. Una investigación del Vaticano reveló que Juan Diego había sido un príncipe, hijo del rey Texcoco, quien ayudó a Hernán Cortés a derrotar a los aztecas. Su estatus social pudo haber sido la razón por la cual tantos indígenas accedieron a ser bautizados después de la aparición de la Virgen.

Los indígenas que se convirtieron al catolicismo continuaron acudiendo al templo de la Virgen de Guadalupe. También continuaron llamándola Tonantzin, como su antigua diosa.

Hoy en día, en la misa católica del 12 de diciembre en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, se le llama Guadalupe-Tonantzin a la Señora del Tepeyac.



Realidad factual y realidad espiritual
Se han hecho muchos estudios de la imagen de la Virgen de Guadalupe para intentar comprobar si realmente es de origen divino. Sin embargo, hay una verdad más importante que el origen de los pigmentos o si de verdad tiene retratada en la pupila la escena de su aparición en la tilma de Juan Diego.

La Virgen de Guadalupe, María la Madre de Dios, o Tonantzin, la diosa madre, une dos realidades para formar una más grande. Es la figura femenina que propicia que dos culturas se unan. Es la Madre que acoge a quien la busque en su propio corazón. La Virgen de Guadalupe es como un reflejo que devuelve el amor: nos regala el milagro de reconocer la propia humanidad en el rostro del hermano, sin importar su aspecto o herencia cultural.
























domingo, 20 de octubre de 2019

El origen de la Virgen Desatanudos









La leyenda mística empezó en Alemania cuando un noble, con sus rezos a la imagen de la Virgen María, pudo mejorar la relación con su esposa. En agradecimiento le pidió a un artista que pintara una imagen que mostrara aquella acción santa. El hombre tomó la imagen mariana y presentó a la Inmaculada Concepción, amparada por el Espíritu Santo y rodeada de ángeles. Además, la mostró pisando la cabeza de una serpiente (símbolo de males y pecados) y con unas cintas enredadas que, tras pasar por sus manos, quedaban lisas. Cuentan que era la forma de simbolizar cómo la fe y el amor podían desatar los nudos de los problemas humanos que traban la comunicación de los seres humanos con Dios. Fue cerca del año 1700 y, en alemán, a esa imagen se la conoció como María als Knotenlöserin. Es decir: María, la que desata los nudos.

El artista se llamaba Johann Georg Melchor Schmidtner, un hombre de reconocida trayectoria en la iglesia alemana y en la Italia del siglo XVI, ya que se había formado en Venecia. Los historiadores dicen que la imagen fue realizada para el retablo de las Beatas Vírgenes del Buen Consejo, el lugar al que aquel noble la donó. Con los años y luego de la destrucción del retablo (al parecer, fue en una guerra), la obra llegó a la iglesia de San Peter am Perlach, en Ausburgo, donde aún se conserva. Claro que no es el único lugar del mundo en el que se la venera, porque en Buenos Aires la Virgen Desatanudos (como se la conoce popularmente) también tiene miles de fieles seguidores que el día 8 de cada mes se acercan a pedirle su ayuda espiritual.

Entronizada en la iglesia de San José del Talar (en la calle Navarro 2460) el 8 de diciembre de 1996, la imagen local fue realizada por la artista plástica Ana Betta de Berti. De todas maneras lo que todavía sorprende es la historia que hay detrás para que esa imagen llegara a la Ciudad. Fue en 1984 cuando un sacerdote que había ido a estudiar a Alemania trajo una postal que la mostraba. Aquel sacerdote jesuita se llama Jorge Bergoglio, el hoy papa Francisco, uno de los tantos fieles de esa advocación mariana.

La primera reproducción se hizo en la capilla del rectorado de la Universidad del Salvador. Pero unos años más tarde, unos fieles se contactaron con el párroco Rodolfo Arroyo, quien estaba al frente de la iglesia de San José, y le sugirieron que se pintara también allí. La elección del lugar tenía relación con el vínculo familiar del santo con María. Así, con la aprobación del cardenal Antonio Quarracino, entonces arzobispo de Buenos Aires, la imagen tuvo un altar especial en esa parroquia porteña, el lugar al que concurre la gente que la admira con devoción. La fecha principal de la veneración es el 8 de diciembre, pero también hay otras dos fechas que se relacionan con esa imagen de la Virgen María: el 15 de agosto y el 28 de septiembre. La última se encuadra en lo ocurrido con aquel noble alemán.

En la Iglesia Católica, no sólo la reconocen como “Madre de Dios, María la que desata los nudos”, sino también como “Madre del buen consejo” y “Patrona de los matrimonios y de los conflictos en la vida de las personas y los pueblos”. En Buenos Aires su popularidad es tan importante que suele concentrar multitudes que desbordan la capacidad de la parroquia donde está pintada la imagen. Y eso hizo que hasta se pensara en consagrar un templo especial para su veneración en otro lugar que no fuera la iglesia de la calle Navarro.

Hace unos años se mencionó como posibilidad la compra de una parte del terreno de lo que es el Club Comunicaciones, en la zona de Agronomía, para instalarla allí. Algunos afirman que en ese momento el Arzobispado hasta hizo una oferta concreta para la posible adquisición. Sin embargo la idea no prosperó y el proyecto quedó archivado. Pero esa es otra historia.

















miércoles, 16 de octubre de 2019

San Ramón Nonato - Biografía y Milagros









San Ramón nació de familia noble en Portell, cerca de Barcelona, España en el año 1200. Recibió el sobrenombre de non natus (no nacido), porque su madre murió en el parto antes de que el niño viese la luz. Con el permiso de su padre, el santo ingresó en la orden de los Mercedarios, que acababa de fundarse. San Pedro Nolasco, el fundador, recibió la profesión de Ramón en Barcelona.

Progresó tan rápidamente en virtud que, dos o tres años después de profesar, sucedió a San Pedro Nolasco en el cargo de "redentor o rescatador de cautivos". Enviado al norte de África con una suma considerable de dinero, Ramón rescató en Argel a numerosos esclavos. Cuando se le acabó el dinero, se ofreció como rehén por la libertad de ciertos prisioneros cuya situación era desesperada y cuya fe se hallaba en grave peligro. Pero el sacrificio de San Ramón no hizo más que exasperar a los infieles, quienes le trataron con terrible crueldad. Sin embargo, el magistrado principal, temiendo que si el santo moría no se pudiese obtener la suma estipulada por la libertad de los prisioneros a los que representaba, dio orden de que se le tratase más humanamente. Con ello, el santo pudo salir a la calle, lo que aprovechó para confortar y alentar a los cristianos y hasta llegó a convertir y bautizar a algunos mahometanos. Al saberlo, el gobernador le condenó a morir empalado, pero quienes estaban interesados en cobrar la suma del rescate consiguieron que se le conmutase la pena de muerte por la de flagelación. San Ramón no perdió por ello el valor, sino que prosiguió la tarea de auxiliar a cuantos se hallaban en peligro, sin dejar escapar la menor ocasión de ayudarlos.

San Ramón encaró dos grandes dificultades. No tenía ya un solo centavo para rescatar cautivos y predicar el cristianismo a los musulmanes equivalía a la pena de muerte. Pero nada lo detuvo ante el llamado del Señor. Consciente del martirio inminente, volvió a instruir y exhortar tanto a los cristianos como a los infieles. El gobernador, enfurecido ante tal audacia, ordenó que se azotase al santo en todas las esquinas de la ciudad y que se le perforasen los labios con un hierro candente. Mandó ponerle en la boca un candado, cuya llave guardaba él mismo y sólo la daba al carcelero a la hora de las comidas. En esa angustiosa situación pasó San Ramón ocho meses, hasta que San Pedro Nolasco pudo finalmente enviar algunos miembros de su orden a rescatarle. San Ramón hubiese querido quedarse para asistir a los esclavos en Africa, sin embargo, obedeció la orden de su superior y pidió a Dios que aceptase sus lágrimas, ya que no le había considerado digno de derramar su sangre por las almas de sus prójimos.

A su vuelta a España, en 1239, fue nombrado cardenal por Gregorio IX, pero permaneció tan indiferente a ese honor que no había buscado, que no cambió ni sus vestidos, ni su pobre celda del convento de Barcelona, ni su manera de vivir. El Papa le llamó más tarde a Roma. San Ramón obedeció, pero emprendió el viaje como el religioso más humilde. Dios dispuso que sólo llegase hasta Cardona, a unos diez kilómetros de Barcelona, donde le sorprendió una violenta fiebre que le llevó a la tumba. El santo tenía aproximadamente treinta y seis años cuando murió el 31 de agosto de 1240. Cardona pronto se transformó en meta de peregrinaciones. Fue sepultado en la capilla de San Nicolás de Portell.

El Papa Alejandro VII lo incluyó en el Martirologio Romano en 1657.

San Ramón Nonato es el patrono de las parturientas y las parteras debido a las circunstancias de su nacimiento.

La comisión nombrada por el Papa Benedicto XIV propuso suprimir del calendario general la fiesta de San Ramón por la dificultad de encontrar documentos fidedignos sobre su vida.



Se dice que San Ramón nació en una familia noble de España por el 1200. Se le dio el sobrenombre de “non natus” (no nacido) porque su madre murió en el parto, antes que él viera la luz. Por este hecho es tradicionalmente considerado patrón de las embarazadas, parturientas (las que van a dar a luz), parteras y recién nacidos. 

Ingresó a la orden de los Mercedarios, comunidad que acababa de fundar San Pedro Nolasco con la misión de rescatar a los cristianos que los musulmanes tomaban como prisioneros. Después de dos o tres años de sus votos perpetuos sucedió al fundador en el servicio de “rescatador de cautivos”.

Fue enviado al norte de África con una gran suma de dinero y rescató a muchos esclavos. Cuando se le acabaron los recursos económicos, San Ramón Nonato se ofreció como rehén por la libertad de algunos prisioneros que se encontraban en una difícil situación  y a punto de perder la fe.


Este sacrificio del Santo exasperó a los infieles y lo trataron con suma crueldad, pero no lo mataron porque el magistrado principal buscaba ganar mucho dinero con su rescate. San Ramón aprovechó el “trato humano” que le brindaban para poder salir a la calle, confortar a los cristianos y convertir musulmanes.

El gobernador al enterarse, lo condenó a morir empalado, pero por los intereses económicos, solo fue flagelado. Esto no desalentó al Santo, quien continuó ayudando y evangelizando. Como castigo se le azotó en las esquinas de la ciudad, le perforaron los labios con hierro candente y le pusieron un candado en la boca, cuya llave tenía sólo el gobernador.

Durante unos ocho meses San Ramón vivió en esta penosa situación hasta que San Pedro Nolasco pudo enviar a algunos miembros de la orden a rescatarlo.

San Ramón regresó a España por obediencia y más adelante fue nombrado cardenal por el Papa Gregorio IX. El Santo permaneció sencillo y no cambió ni sus vestidos, ni su pobre “celda” del convento de Barcelona.

Más adelante el Papa le pidió que fuera a Roma y emprendió el viaje como un religioso humilde. Al llegar a Cardona, a unos diez kilómetros de Barcelona, le sorprendió una violenta fiebre y partió a la Casa del Padre el 31 de agosto de 1240.






















jueves, 10 de octubre de 2019

SANTA MARIA MAGDALENA VIDA Y MILAGROS









Como dicen que los hechos hablan más que las palabras, los milagros de María Magdalena son un buen punto de partida para conocer a esta santa amada tanto por creyentes como por ateos (y los que están en el medio también). Sus milagros a través de los siglos recuerdan que Santa María Magdalena siempre fue una de las protagonistas de la historia cristiana.







Historiadores como Laurence Gadner señalaron que María Magdalena estuvo secretamente casada con Jesús, hecho que la institución de los feligreses católicos nunca ha reconocido. Por su parte, la escritora española Maribel Molina aseguró en su libro que ella fue una mujer valiente, fuerte, adelantada a la época y luchadora.

Muchos estudiosos descartaron la idea de que María Magdalena estuviera endemoniada, por el contrario, señalan que fue una mujer adinerada que proveía a Jesús de ciertos bienes. 

Testigo de la resurrección 
María Magdalena fue testigo de la resurrección de Jesucristo, según comentaron diversos investigadores de su vida. Ella fue una verdadera apóstol, a pesar de que ese título nunca fue concedido por la Iglesia.

En el Evangelio de San Pedro se indica que en la mañana del domingo, María Magdalena estaba atemorizada por los judíos, quienes no habían hecho el sepulcro de Jesús. Su nombre fue poco mencionado en el texto bíblico.

El Domingo de Pascuas, los católicos cristianos celebran la resurrección de Cristo, dos días después del Viernes Santo, en donde se le crucificó.


En el evangelio según Felipe fue considerada como la compañera de Jesús, debido a que se señala que éste caminaba junto a su madre María, su tía y María Magdalena.










Una vida poco conocida 

No se sabe mucho sobre la vida de María Magdalena. Leyendas urbanas de la tradición ortodoxa aseguran que se retiró a Efeso con la Virgen María y el apóstol Juan y allí murió.

En el mundo católico se señala que María Magdalena junto a sus hermanos Lázaro y Máximo además de otros discípulos, viajaron en barco por el Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones a las que eran sometidos en Tierra Santa. Supuestamente los viajeros desembarcaron en una zona llamada Saintes Marie de la Mer.

Después de haber estado en Saintes Marie de la Mer, María Magdalena, al parecer, emprendió un viaje hacia Marsella, donde habría llevado 30 años de penitencia.

Los restos de María Magdalena fueron trasladados a Constantinopla, donde aún permanecen.

La veneración de María Magdalena 
María Magdalena es venerada en muchos sitios. El primer lugar que se conoció que su imagen era honrada fue en la ciudad francesa de Vérzelay, ubicada en Borgoña.

El 27 de abril de 1050 se colocó oficialmente la abadía de Vérzelay, bajo el apoyo de la imagen de María Magdalena.

La Iglesia Católica honra a María Magdalena por su cercanía a Jesús y en muchas oportunidades se ha relacionado su nombre con el de María Betania.

Ahora toca conocer algunas verdades y mentiras que normalmente van relacionadas a la figura de María Magdalena:


















domingo, 6 de octubre de 2019

SEÑOR Y VIRGEN DEL MILAGRO EN SALTA - HISTORIA -










Dos imágenes llegaron de España para la diócesis de Tucumán en 1592.









Según  los relatos del profesor Luis Oscar Colmenares  la historia del Señor y la Virgen del Milagro comienza con el primer Obispo que gobernó la diócesis de Tucumán, Fray Francisco de Victoria. Él fue quien bendijo la ciudad de Salta fundada por Hernando de Lerma en 1582.

Fray Francisco de Victoria regresó a España en 1590 y mantuvo vínculo con Salta, así fue que regaló y envió dos imágenes para la diócesis de Tucumán: un Cristo para la Iglesia Matriz de Salta y una Virgen del Rosario para el convento de los Dominicos de Córdoba. El barco que trasladaba las imágenes sufrió un naufragio y ambas imágenes llegaron flotando al puerto del Callao en Perú, en el Océano Pacífico. Cada imagen estaba ubicada en un cajón, donde estaba escrito su destino:"Un Cristo Crucificado para la Iglesia Matríz de Salta", rezaba la leyenda.

Los peruanos transportaron las imágenes desde el Puerto del Callao a Salta, por lo que el Cristo llegó a Salta en 1592 y, la Virgen con posterioridad. "El Milagro en Salta comenzó por un obsequio", dijo a LA GACETA, el Padre Marcelo Singh. 

La historia del Milagro salteño

El 10 de setiembre de 1692 la tierra comenzó a temblar y arrasó con la ciudad de Esteco, cerca del río Piedras en Tucumán. Los días subsiguientes fueron iguales, con una seguidilla de temblores en la zona. Muchas personas acudieron a la Iglesia Matriz. El pueblo salteño rogó a la Virgen que intercediera ante Su Divino Hijo, para que tuviera misericordia de la ciudad y de sus habitantes. El 15 de septiembre, la tierra continuaba moviéndose y un sacerdote jesuita, el R. P. José Carrión, comenzó a pedir que “se sacase en procesión pública al Señor Crucificado que se tenía olvidado, para que cesaran los temblores”.

Pasaron los años y el 18 de octubre de 1844 Salta vivió otro fuerte temblor. Nuevamente los salteños acudieron a la Virgen y al Señor del Milagro y se sacaron las imágenes en procesión. Ese año los salteños realizaron un pacto de fidelidad y de alianza con el Cristo del Milagro, con la lacónica fórmula: “Tu noster es et nos tui”, Tú eres nuestro y nosotros somos tuyos.

El 23 de agosto de 1948 volvió a repetirse la historia. Salta fue sacudida nuevamente por temblores. Los salteños reaccionaron inmediatamente y sacaron en procesión a las Milagrosas Imágenes.





jueves, 3 de octubre de 2019

Ceferino Namuncura - Vida y Obra










Ceferino Namuncurá (1886-1905)



La santidad de Ceferino es expresión y fruto de la espiritualidad juvenil salesiana, una espiritualidad hecha de alegría, de amistad con Jesús y María, de cumplimiento de los propios deberes y de entrega por los demás. Ceferino representa la prueba más convincente de la fidelidad con la que los primeros misioneros mandados por don Bosco lograron repetir aquello que él había hecho en el Oratorio de Valdocco:  formar jóvenes santos. Este sigue siendo nuestro compromiso de hoy, en un mundo que necesita jóvenes impulsados por un claro sentido de la vida, audaces en sus opciones y firmemente centrados en Dios mientras sirven a los demás.



La vida de Ceferino es una parábola de tan sólo 19 años, pero rica de enseñanzas.



Nació en Chimpay el día 25 de agosto de 1886 y fue bautizado, dos años más tarde, por el misionero salesiano don Milanesio, que había mediado en el acuerdo de paz entre los mapuches y el ejército argentino, haciendo posible al papá de Ceferino conservar el título de "gran cacique" para sí, y también el territorio de Chimpay para su pueblo. Tenía 11 años cuando su padre lo inscribió en una escuela estatal de Buenos Aires, pues quería hacer del hijo el futuro defensor de su pueblo. Pero Ceferino no se encontró a gusto en aquel centro y el padre lo pasó al colegio salesiano "Pío IX". Aquí inició la aventura de la gracia, que transformaría a un corazón todavía no iluminado por la fe en un testigo heroico de vida cristiana. Inmediatamente sobresalió por su interés por los estudios, se enamoró de las prácticas de piedad, se apasionó del catecismo y se hizo simpático a todos, tanto a compañeros como a superiores. Dos hechos lo lanzaron hacia las cimas más altas:  la lectura de la vida de Domingo Savio, de quien fue un ardiente imitador, y la primera Comunión, en la que hizo un pacto de absoluta fidelidad con su gran amigo Jesús. Desde entonces este muchacho, que encontraba difícil "ponerse en fila" y "obedecer al toque de la campana", se convirtió en un modelo.



Un día —Ceferino ya era aspirante salesiano en Viedma— Francesco De Salvo, viéndolo llegar a caballo como un rayo, le gritó:  "Ceferino, ¿qué es lo que más te gusta?". Se esperaba una respuesta que guardara relación con la equitación, arte en el que los araucanos eran maestros, pero el muchacho, frenando al caballo, dijo:  "Ser sacerdote", y continuó corriendo.



Fue precisamente durante aquellos años de crecimiento interior cuando enfermó de tuberculosis. Lo hicieron volver a su clima natal, pero no bastó. Monseñor Cagliero pensó entonces que en Italia encontraría mejores atenciones médicas. Su presencia no pasó inadvertida en la nación, pues los periódicos hablaron con admiración del príncipe de las pampas. Don Rúa lo hizo sentar a la mesa con el consejo general. Pío X lo recibió en audiencia privada, escuchándole con interés y regalándole su medalla "ad principes". El día 28 de marzo de 1905 tuvo que ser internado en el Fatebenefratelli (Hermanos de San Juan de Dios) de la isla Tiberina, donde murió el día 11 de mayo siguiente, dejando tras de sí una impronta de voluntad, diligencia, pureza y alegría envidiables.
Era un fruto maduro de espiritualidad juvenil salesiana. Sus restos se encuentran ahora en el santuario de Fortín Mercedes, de Argentina, y su tumba es meta de peregrinaciones ininterrumpidas, porque goza de una gran fama de santidad entre el pueblo argentino.



Ceferino encarna en sí los sufrimientos, las angustias y las aspiraciones de su gente mapuche, la misma gente que a lo largo de los años de su adolescencia encontró el Evangelio y se abrió al don de la fe bajo la guía de sabios educadores salesianos. Hay una expresión que recoge todo su programa:  "Quiero estudiar para ser útil a mi pueblo". En efecto, Ceferino quería estudiar, ser sacerdote y volver entre su gente para contribuir al crecimiento cultural y espiritual de su pueblo, como había visto hacer a los primeros misioneros salesianos.



Al santo nunca se le puede comparar con un meteoro que atraviesa imprevistamente el cielo de la humanidad, sino que más bien es el fruto de un largo y silencioso engendro de una familia y de un pueblo que quieren plasmar en aquel hijo sus mejores cualidades.



La beatificación de Ceferino es una invitación a creer en los jóvenes, también en los que apenas han sido evangelizados, y a descubrir la fecundidad de Evangelio, que no destruye nada de aquello que es verdaderamente humano, y la aportación metodológica de la educación en este estupendo trabajo de configuración de la persona humana que llega a reproducir en sí la imagen de Cristo.



Quien piense que la fe religiosa es una forma de adaptación o de falta de compromiso por el cambio social, se equivoca, pues es totalmente lo contrario, ya que se convierte en la energía que hace posible la transformación de la historia. La santidad, que para algunos evoca la singularidad de una condición considerada poco adherente a la vida cotidiana, significa, por el contrario, la plenitud de la humanidad puesta en práctica. El santo es una persona auténtica, realizada y feliz. Los testimonios de los contemporáneos de Ceferino son unánimes al afirmar la voluntad de su corazón y la seriedad de su compromiso. "Sonríe con los ojos", decían los compañeros. Era un adolescente admirable, santo, que hoy puede —debe— ser propuesto como modelo y ejemplo a los jóvenes. Toda la Familia Salesiana de Argentina, reconocida a Dios por el extraordinario don que le ha concedido en Ceferino, tiene la obligación de sentirse responsable de mantener viva su memoria, y de estar convencida de que puede continuar proponiendo a los jóvenes itinerarios concretos de santidad.



Mientras alabamos y damos gracias al Señor por este nuevo pequeño baldosín del bello mosaico de la santidad salesiana, renovemos nuestra fe en los jóvenes, en la inculturación del Evangelio y en el sistema preventivo.




D. Pascual Chávez Villanueva, s.d.b
rector mayor